La Telefunken VE301 es parte de una serie de receptores creados en Alemania durante el nazismo catalogados como Volksempfänger (Traducido como Receptor del Pueblo), y aunque todo el mundo reconocería hoy términos similares como Volkswagen (Auto del pueblo) pensando en solo una marca de autos, la realidad, es que detrás de estas aparentes “nobles palabras” se esconde un pasado turbulento.
Dicen que “quien no recuerda su historia está condenado a repetirla” y por ello siempre en mis notas comienzo con un poco de historia, para ubicarnos en contexto y para recordar los hechos. Paradójicamente, hace solo algunos años, en Argentina, las campañas de propaganda oficial con slogans como “LCD para todos” estaban de moda.
A mediados de 1933, el recién llegado gobierno Nazi, ya se había dado cuenta del poder de la propaganda utilizando los medios de comunicación en forma masiva. La Radio estaba ya firmemente afianzada como tal, pero aun tenía escasa penetración debido principalmente al elevado precio de los receptores. Hitler, le encomienda a su todo poderoso ministro de propaganda, Joseph Goebbels, que se encargue del tema, naciendo así el programa “Radios para todos”.
Goebbels convocó entonces a Otto Griessing, ingeniero a cargo de la empresa Seibt y le exigió: “En agosto, durante la Internationale Funkausstellung Berlin (Feria Internacional de la Radio de Berlín) presentaremos la Volksempfänger. Serán receptores económicos, más baratos que los actuales, para que todos los alemanes tengan uno”.
En rigor, los programas de “radios económicas para el pueblo”, también existieron en otras partes del mundo. En Gran Bretaña, existía el “Utility Radio”. Estos receptores eran superheterodinos, de 4 válvulas, lo que les daba bastante más sensibilidad que su homólogo alemán.
El diseño de las Volksempfänger no tenía nada librado a la suerte. Hasta el nombre del modelo, VE301, tiene su raíz en VolksEmpfänger 30-1 (en referencia al 30 de enero de 1933, fecha en la que el partido Nazi llegó al poder).
Rápidamente, las empresas eléctricas alemanas como Siemens, AEG, Telefunken, Blaupunkt, etc., se alinearon con los pedidos del Reich en la producción de estos receptores que eran vendidos por debajo de su valor real de producción (subvencionadas por el gobierno). El objetivo, que la voz del Führer llegara a todos los alemanes, se estaba cumpliendo.
Para el final de la guerra, se habían entregado más de 1.8 millones de aparatos. Y aunque ya no se siguieron produciendo, esta enorme cantidad de aparatos, le dieron la oportunidad a un técnico que se dedicaba a repararlos, a poner en marcha su propio y próspero emprendimiento. El nombre de ese técnico era Max Grundig.
La Volksempfänger tuvo varias versiones, las DKE, las VE301 y la versión que tengo en mi poder (una de las últimas versiones), la VE301Dyn. El sufijo “Dyn” hace referencia al uso de un parlante electrodinámico (con bobina de campo).
El gabinete es de bakelita marrón, el águila y la esvástica están a ambos lados del dial en el que se pueden leer los nombres de las emisoras alemanas y más discretamente la escala de frecuencias. Tengamos en cuenta que, en Alemania, estos símbolos nazis están prohibidos, por lo tanto, es común que las radios que sobrevivieron hasta nuestros días tenga los mismos borrados.
La bakelita es de naturaleza frágil y con el calor de las válvulas tiende a quebrarse sobre todo en la parte superior. Esto es algo para observar cada vez que quieran comprar una radio de bakelita. A veces, como en éste caso, la reparación consiste en reparar una rajadura, pero otras veces hay que rehacer partes completas y no siempre es un trabajo que quede bien.
La buena noticia es que el cianoacrilato, pegamento liquido de nombre comercial “la gotita” en Argentina, funciona muy bien para reparar una rajadura.
Si hay que rellenar o reconstruir una parte grande no nos quedará más remedio que recurrir a un parche de fibra de vidrio y terminar pintando.
Luego de reparada la grieta habrá que lijar, comenzando con una lija de grano grueso (200) para hermanar las partes y paulatinamente ir afinando (lija grano 800) hasta terminar en una lija al agua de grano 1500 o 2000. Por último, con pasta de pulir y cera de tipo automotriz le daremos el brillo final.
La electrónica, como toda la radio, tiene dos aristas para analizar. Por un lado, se trata de un circuito de retroalimentación, algo que para la época ya estaba obsoleto y superado ampliamente por el superheterodino, pero por el otro, este esquema, otorgaba dos ventajas, una económica y otra más a fin a los objetivos del partido. Nada estaba librado al azar.
El circuito de retroalimentación tiene la virtud de ser lo más económico que se puede fabricar, prácticamente (salvo una radio de galena) no hay nada menos que eso. Con solo 3 válvulas, una para audio, otra rectificadora y una para RF se resuelve el tema.
Por contrapartida, este esquema sencillo, tiene una escasa sensibilidad que obliga a usar una larga antena externa y los controles para su uso son más complejos de usar, lo que en la práctica se traduce en cierta dificultad para sintonizar una emisora al tener que regular tanto la frecuencia como el acoplamiento y realimentación.
Este último aspecto, en principio podría asumirse como algo negativo, pero como dije, nada es “porque si”, esta escasa sensibilidad y dificultad para sintonizar emisoras, a más lejanas más difícil, era algo buscado por el régimen que intentaba tener el monopolio de los medios. De esta forma se minimizaban las posibilidades de que los alemanes escucharan emisoras extranjeras (¡algo que además estaba prohibido… Dictadores modernos tomar nota!).
Demás está decir que, por este mismo motivo, la radio, carecía de bandas de onda corta. En su lugar tenía una banda de frecuencias bajas de 350Khz a 150Khz cuya utilidad práctica aun me desvela.
La sencillez del circuito hace que las reparaciones también lo sean, en mi caso, la válvula RES164 no estaba, así que nuestro amigo EBay me ayudó a hacerme de una L416D (sustituto directo) a un precio difícil de olvidar. Los capacitores electrolíticos también necesitaban un recambio.
La ausencia de transformadores de FI o circuitos de RF sintonizados hace que no se necesite de ninguna calibración por lo tanto una vez comprobada la electrónica al darle energía debería funcionar.
Paciencia, sintonizar una emisora en estos aparatos no es tan simple como mover el dial, hay que jugar permanentemente con el control de acoplamiento y realimentación hasta dar con la emisora buscada y el volumen deseado, porque como habrán notado, el circuito carece de un control de volumen como tal.
Conclusiones
Esta es una radio de inmenso valor histórico que contrasta con sus pobres prestaciones electrónicas. Hay que entender de que no es que Alemania no pudiera fabricar mejores cosas, de hecho, los fabricantes locales estaban a la altura del resto del mundo. El objetivo de esta radio fue claramente político.
Con emisoras locales, el funcionamiento es bueno, con un sonido agradable, aunque sin espectacularidad. Si se quieren escuchar emisoras más distantes será necesario el uso de una antena tipo cordel externa. Pero claro, una cosa era el espectro radioeléctrico en 1935 y otra es hoy, cuando al utilizar una antena tan grande empiezan a hacerse notar los ruidos procedentes del Wifi, Leds y toda la electrónica moderna.
No es una radio especialmente útil para usar a diario, pero si decide incursionar en el coleccionismo sin duda es una radio que debería tener.
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